La Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial y Laboral de Goya (Corrientes), integrada por los jueces Jorge Muniagurria, Liana Aguirre y Gertrudis Marquez, hizo lugar al pedido de indemnización de un hombre que fue engañado respecto a su paternidad y le concedió la nulidad de la filiación.
Según se desprende del fallo, el hombre promovió la demanda contra su ex pareja y madre de la menor de edad, quien negó los hechos y sostuvo que él siempre estuvo al tanto de sus dudas y nunca lo engañó con la paternidad. Finalmente, las pruebas de ADN confirmaron que no era el progenitor.
En un primer momento, la cámara rechazó la pretensión de indemnización e inició acciones tendientes a la determinación de la paternidad y reconocimiento, por entender que la decisión era «imprescindible para proteger el interés y bienestar de la niña». La causa llegó a la Corte Provincial, que revocó el rechazo del daño moral y reenvió la causa para una nueva evaluación.
En esta instancia, los jueces Aguirre y Muniagurria ponderaron el derecho a la identidad no sólo respecto de la niña sino del padre que cree serlo y no lo es; el daño extrapatrimonial y cómo se configura en cada caso; y cuál era el invocado en este proceso.
Al respecto, sostuvieron que el demandante padeció «sufrimientos, afectación de valores espirituales íntimos y apreciados; también interfirió en su proyecto de vida ya que la idea de un hijo o hija lo constituye por sí, en su esencia, lo que se vio cortado de raíz ante el descubrimiento del engaño».
“Afirmar que el derecho a la identidad no es propio de los niños y niñas importa, en el caso, considerar que aquí también estuvo cuestionado y comprometido, desde el inicio, el derecho a la identidad de E.A.J., pues conforme lo define el diccionario de la Real Academia Española, en las acepciones que resultan aplicables, la identidad es el conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás y la conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás”, agregaron los magistrados.
La sentencia destacó que «la madre omitió transmitir esa falta de certeza a fin de que pudiera despejarla antes de la inscripción en el Registro Civil; sustrajo a la niña de su verdad biológica, violentando su derecho fundamental a la identidad; y colaboró con la generación de un vínculo de padre-hija basado en una imperdonable mentira (o verdad a medias)”.